Preparad los cuerpos porque comienza lo nuevo. Vas a experimentar unas cuantas nuevas sensaciones, así que, como se suele decir: ¡agárrate, que vienen curvas!
Amanecemos en Marrakech, la ciudad roja de Marruecos. Una de las cuatro ciudades imperiales del país. A primera hora de la mañana pasamos a recogerte al punto acordado. Nuestra meta de hoy será llegar hasta Zagora. Pero antes…
Cruzaremos el paso de montaña Tizi N Tichka, el más alto del norte de África. El paisaje que nos acompaña son laderas verdes, terrazas de cultivos, colinas, barrancos y ríos de agua dulce. También pasaremos por acogedores pueblecitos bereberes, como Taddert, una aldea perteneciente al Valle Azzadene. Este valle está próximo al Toubkal, el pico más alto del norte africano, con 4.167 metros de altura.
Nuestra primera parada será al llegar a al Kasar de Ait Ben Haddou, a unos 30 km de Ouarzazate. Ait Ben Haddou es sin ninguna, ninguna, ninguna duda, de los paisajes más característicos y particulares de Marruecos. Es el kasar más conocido del país. Fue diseñado para que la vida de los cultivos y verdales fuera próspera junto a los ríos. Hoy día es considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Por su ubicación geográfica fue una ciudad en expansión que alojaba a miles de personas. Contaba con plazas, mezquitas, posadas, cementerios… pero cuando las rutas de caravanas comerciales fueron decreciendo, sus habitantes fueron abandonando el lugar en búsqueda de otro que les permitiese prosperar.
Sus orígenes se remontan a sus primeros habitantes, una tribu bereber. Está situada sobre una colina, a la derecha del río Ounila y sus alrededores son verdales que contrastan con el paisaje desértico. Es espectacular, de verdad.
Se esperaba que este Ksar fuera pasto de arena, pero la UNESCO ha contribuido a su buen estado de conservación y hoy día también es conocido por ser escenario de películas conocidas mundialmente como Gladiator o la última serie que ha tenido enganchado a medio mundo, Game of Thrones.
Este kasar está dentro de la conocida ruta de Las Mil Kasbahs, que abarca desde la cordillera del Atlas hasta el desierto del Sáhara marroquí. Así que comenzaréis a notar el cambio de las verdes montañas a palmerales, cañones y valles con kasbahs dispersadas por el terreno. Para entendernos un poquito mejor: una kasbah es una construcción tradicional del sur del país hecha de adobe que era utilizada como vivienda.
Tras esta parada, continuamos el camino atravesando el Valle del Draa, llamado así por su río, el más largo de Marruecos que nace en el Alto Atlas y desemboca en el océano atlántico. Este Valle tiene aproximadamente unos 200 kilómetros de longitud y lo visten miles de palmeras datileras, entre otra vegetación y kasbahs dispersas por el terreno como vivienda y construcción principal. Es el segundo palmeral más grande de África. Un espectáculo, sin duda.
Atravesaremos el Valle dirección a Zagora. La que un día perteneció a la dinastía de los almorávides es hoy una ciudad que apenas está resurgiendo y haciéndose hueco en el sur de Marruecos. Pertenece a la región de Tafilalet, a los pies del Atlas marroquí y al final del Valle del Dra, a pocos kilómetros ya de la frontera con Argelia. Sus paisajes están caracterizados por macizos y montañas áridas, palmerales aislados y kasbahs que camuflan con el entorno.
Zagora tiene poquitos habitantes, es una ciudad tranquila, contemplativa, que invita a unirte al compás de su cotidianidad, a la reflexión y a dejar salir nuestra parte más íntima que suele ser eclipsada la mayoría del tiempo por el frenético ritmo de vida que protagoniza nuestros días.
Aquí observaremos la panorámica que nos queda al subir el Jbel Zagora, a unos casi 1000 metros de altitud: todo el manto verde del Valle del Draa, cientos de palmeras datileras que marcan el baño del río Draa dejando vegetación a su paso. Además cerca de allí están los restos de una antigua fortaleza de finales del siglo XI.
A unos 3 kilómetros en el pueblo de Amezrou, está el Ksar Amezrou del siglo XVIII, que en antaño fue comunidad judía y a día de hoy sigue habitada. Su actividad artesanal principal es la joyería, oficio heredado de los judíos. A este encantador ksar lo envuelven fragancias de azahar y huertas que se encuentran a su alrededor. Y a unos 8 kilómetros de Zagora, también está el Museo que honra el arte, cultura y tradiciones del Valle del Draa.
Por último encontramos a unos 28 kilómetros al sur las dunas de Tinfou, pequeños montículos de arena del Sáhara que nos avisa de la presencia de este desierto que realmente empieza en las dunas de M´Hamid. Por supuesto, esta puede ser la mejor opción para conocer el desierto un poco tal y como era antes de las masificaciones que, según la temporada del año, puedes encontrar en el desierto de Erg Chebbi.
Pasaremos la noche en uno de los hostales o riads del lugar. Disfrutaremos de la gastronomía con una cena típica y nos despediremos del día dando la bienvenida al merecido descanso.